Antoni Miró nace en Alcoy en 1944. Vive y trabaja en el Mas Sopalmo. En 1960 recibe el primer premio de pintura del Ayuntamiento de Alcoy. En Enero de 1965, realiza su primera exposición individual y funda el Grupo Alcoiart (1965-72) y en 1972 el “Gruppo Denunzia” en Brescia (Italia). Son numerosas sus exposiciones dentro y fuera de nuestro país, así como los premios y menciones que se le han concedido. Miembro de diversas academias internacionales. En su trayectoria profesional, Miró ha combinado una gran variedad de iniciativas, desde las directamente artísticas, donde manifiesta su eficaz dedicación a cada uno de los procedimientos característicos de las artes plásticas, hasta su incansable atención a la promoción y fomento de nuestra cultura.Su obra está situada dentro del realismo social. Se inicia en el expresionismo figurativo como una denuncia del sufrimiento humano. Desde el aislamiento de sus diversos estudios, bien desde Altea, bien desde la masía de Sopalmo, en la comarca de l’Alcoià, ha estado constantemente conectado con la inteligencia más destacada de cada momento, tanto a nivel nacional como internacional, un reto que le lleva a mantener una relación epistolar constante de gran interés: desde escritores como Salvador Espriu, Joan Fuster, Joan Valls o Vicent Andrés Estellés; artistas plásticos como Picasso, Arcadi Blasco, Eusebi Sempere, Pablo Serrano, Juana Francés, Bruno Rinaldi, Manolo Boix; críticos de arte como Daniel Giralt, Wenceslao Rambla, Romà de la Calle, Ernest Contreras y Fèlix Cucurull. Miró nos presenta como un artista que no se preocupa en absoluto por la crítica de los sectores más conservadores que no entienden su mensaje y que, en diversas ocasiones, han intentado impedir la difusión de su arte. Una dedicación constante para un pintor que se autodefine como “trabajador del arte”, en la forma que otras personas son proletarias de las industrias o trabajan en empresas. El pintor siempre ha hecho compatible la intencionalidad del contenido social y la búsqueda de un nuevo imaginario producto de un relieve visual. La obra resultante se sitúa dentro del marco expresivo del llamado realismo social; partiendo del medio cotidiano o de la narración histórica, busca, a través de las raíces populares y de la identidad colectiva, un lenguaje plástico adecuado a la voluntad de denuncia de cualquier dominación del poder. Antoni Miró se convierte en una persona preocupada por el paso del tiempo; sus continuos proyectos, producto de la su incesante actividad mental, hacen que sienta la angustia —a la manera de Proust y los escritores psicológicos— ante el imparable avance cronológico: “el tiempo pasa tan rápido que parece que vivimos a una velocidad cada día más grande. Un año de ahora parece un mes de mi niñez” —escribe en su diario. La mejor manera de superar este sentimiento es dejar constancia de su paso por la vida. En resumen, si su pintura es una pintura de concienciación, no es menos cierto que su proceso creativo se incluye un destacado grado de “concienciación de la pintura”, en la que diversas experiencias, técnicas, estrategias y recursos se aúnan para constituir su particular lenguaje plástico.

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