Melchor Zapata, nace en Alcolea del Río (Sevilla, España) en 1946. Pintor vocacional desde niño, se traslada a los quince años a Lérida, donde comienza a trabajar en el taller imaginero de Gabriel Casanovas durante cinco años, simultaneando ese trabajo con los estudios en la Escuela de Bellas Artes, en la que obtuvo la medalla de Honor en dibujo y Pintura. Con sus maestros Leandro Cristofol, Rafael Sagüillo y Comas Estadella, pasó del periodo imaginero a decantarse por la sensibilidad escultórica. A los veinte años se traslada y a los veintiuno se establece definitivamente en Castellón de la Plana. Respaldado por el éxito que ha cosechado hasta la actualidad, cabe destacar más de 250 exposiciones individuales en galerías de Madrid, Barcelona, Sevilla, Valencia, Lérida, Vitoria, Castellón, Granada, Salamanca, Vigo, Baeza, Peñíscola, Vila-real, Oropesa, Burriana, Onda, Benicássim, Marbella, Tokio, New York, París, Miami, Oporto, entre otras. Como escultor ha realizado retratos en bronce como el de D. Antonio Machado para la Universidad Internacional de Andalucía (Baeza), el Rey Jaume I y los directores de cine D. Rafael Gil y D. Juan Antonio Bardem para la ciudad de Benicássim, entre otras. Además de los monumentos en hierro de «El Tombatossals», «El Arrancapins» y el «Toro» en Castellón, «El Arbol» en Burriana, además de otros en Xilxes, Baeza, Nules, etc. Lleva exibiendo su producción desde 1970. Sus lienzos, muy ricos de materia valen por lo intensos, por la monumentalidad de la forma y por el vigor estructural que poseen. Una maternidad excelente de firmes ritmos compositivos y de colores bien conjugados. Algunos bodegones muy constriudos y unos paisajes en la línea de la torrencialidad cromática de un Vlaminck. Pintor que tiene la virtud de su autenticidad, su franqueza y su sostenido vigor. El tono rojo domina la paleta de Zapata, como si de una llama se tratara. Pintura de recio empaste, vigorosa pincelada y fuertes tonos, son la cromática de este pintor.
Los tonos oscuros bordean árboles y figuras casi agresivos pero muy bellos.
Melchor Zapata es un artísta con personalidad, su obra destaca por ella y por su soltura, que sigue una atrayente línea. Su estilo dentro de las artes plásticas es marcadamente expresionista y hay un trasvase de técnicas entre las dos disciplinas que practica: «Lo que he aprendido en la pintura los reflejo en la escultura. Por eso, las piezas que parecen sobresalir por encima de la anatomía del toro son como las pinceladas que se escapan de un cuadro». Hay que definirlo como hombre inquieto e inquietante. Su pintura y su escultura son tan características que basta con ver una de sus piezas para entrocarle. Es además un artista prolífico, por la cantidad de lienzos y esculturas. A lo largo de su dilatada carrera como creador, ha simultaneado ambas Bellas Artes que puedo afirmar sin error, que aún siendo diferentes, tienen la esencia de su buen hacer.

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