José de Jesús Francisco Zúñiga Chavarría (San José, Costa Rica, 27 de diciembre de 1912 – Ciudad de México, México, 9 de agosto de 1998) fue un artista costarricense nacionalizado mexicano, conocido tanto por su pintura y su escultura. El artista Fernando González Gortázar lista a Zúñiga como uno de los 100 mexicanos más notables del siglo XX, mientras que la Encyclopædia Britannica le llama «quizás el mejor escultor» de la política mexicana de estilo moderno. Es reconocido mundialmente como uno de los grandes escultores del siglo XX. Desde pequeño, descolló por su habilidad para el dibujo. A los 12 años, modeló su primer bajorrelieve en yeso, un nacimiento, la cual se considera su primera escultura conocida. En 1927, ingresó a un curso de dibujo en la Academia de Bellas Artes de Costa Rica dirigida por el pintor español Tomás Povedano, sin embargo, se mostró disconforme ya que sintió que las rígidas formas académicas impuestas en dicha escuela limitaban su sensibilidad artística. Sin dejar de lado la imaginería tradicional, la temática indígena y la animalística empieza a destacar en las obras del círculo de Zúñiga, integrado además de Sánchez, por otros futuros connotados escultores costarricenses como Juan Rafael Chacón y Néstor Zeledón Varela, así como pintores como Gonzalo Morales Alvarado y Francisco Amighetti. Lo autóctono, lo subjetivo, la síntesis, las concepciones modernas, lo vernáculo (vendedores ambulantes, marimberos, lavanderas, mujeres de iglesia, campesinos, viajeros, hombres a caballo, etc), se vuelven la temática preponderante de su arte. Tenía 16 años. La temática que predominó en su obra fue la mujer indígena, el desnudo y en algunas ocasiones la figura masculina. Según palabras del propio artista: “Tal vez mi mundo sea el de la representación indígena femenina y de poses que están en relación con viejas culturas de Mesoamérica, lo que es una motivación emocional imperante y de la cual reafirmo justamente un lado irracional, los valores psicológicos, la herencia. Relaciono todo esto simbólicamente con lo geológico, lo terráqueo del origen, más aún, lo erótico. De ahí la exageración de los pechos, los vientres, las caderas. La naturaleza en ese sentido es inagotable porque la vida crece y muere. Las figuras en cuclillas son una masa esférica sustentada por dos puntos de apoyo: las piernas flexionadas. Este es el tema del quehacer cotidiano, y hasta el de parir. Las figuras recostadas, somnolientas o relajadas con una marcada sensualidad de animal echado. Las figuras sentadas como pirámides o ausentes orantes. Trato de captar todo ese mundo intemporal, esa resistencia que hace de México uno de los grandes pueblos de la tierra. Las figuras de pie, la verticalidad, características del hombre diferenciándolo de otras especies. Es importante la caja de la cadera, especie de concha sustentada en las columnas de las piernas, que a su vez sustentan la columna vertebral y remata ese eje central, la cabeza. Los paños o rebozos, tienen una función: la de velar parte de la figura, o recalcar una forma o saliente, de equilibrar o continuar un ritmo en la composición. En los grupos, las caderas trazan un eje horizontal de apoyo al conjunto, los espacios como volúmenes negativos, lo que en cinematografía se llama fuera de cuadro, las oquedades o las salientes firmes, toda esa construcción está pensada, calculada. De primordial importancia es la luz que ilumina o resalta las formas definiendo las oquedades y los planos salientes, las texturas rugosas o pulidas según el material”.

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